La vampiresa perteneciente a la guardia de los Vulturi que es la única que rivaliza en belleza con Rosalie, Jane y Alice juntas, es Heidi, una muchacha de la provincia italiana que por su físico y picardía, quedó presa de los Vulturi hasta nuestros días.
Blanca, alta con cuerpo despampanante y ojos violeta que centelleaban con su risa, así era la joven mortal Heidi, el centro de todas las miradas y la discordia entre los hombres de Volterra, quienes peleaban y se debatían por su atención a todas horas, situación que la joven supo aprovechar a la perfección, manipulándolos para su beneficio.
Corría el año 1819 y sus padres le advertían que no era bien visto que una joven utilizara a los hombres de esa manera, pues la mala fama mancharía el nombre de la familia para un buen rato y jamás conseguiría marido, a Heidi eso le tenía sin cuidado, casarse no estaba en sus planes, y jamás quizo engordar y someterse a un hombre que opacaría su belleza con la monotonía de los años.
A pesar de la época, Heidi tenía ambiciones propias de una mujer del siglo XXI, jamás dejó que la hostigaran y su temperamento le impedían los buenos tratos y la diplomacia, pero debido a su excesiva belleza, las personas de su alrededor le permitían todo, despertando las envidias de las mujeres que convivían con ella.
No ajeno a eso, Cayo Vulturi la observaba desde lejos, la belleza en sí no lo impresionaba, pues sabía que la inmortalidad arreglaría los desperfectos de su humanidad, pero le llamaba especial atención sus maneras y pensamiento ambiciosos propios de ellos, por lo que corromperla resultó tan fácil, como ofrecerle un dulce a un niño bobo.
Cayo aprovechó para comenzar a visitarla en la noche, cuando ella sacaba agua del pozo y que esta no se congelase en la noche, ella impresionada con sus ropajes elegantes y manera de hablar, jamás advirtió que era un hombre sobrenatural, hasta que el mismo Cayo le dijo de la existencia de los vampiros, Heidi lo tomó por loco e ignoró el peligro de que este se acercara para morderla y hacerla sufrir.
El dolor no paraba solo seguia y aumentaba su intensidad.
Lo siguiente fue muy confuso para ella, un castillo y atenciones desmedidas de Aro y Cayo, vigilancia de Jane y Alec, y la indiferencia de Marco Vulturi.
Jamás le importó no volver a ver a su familia, pues la vida vana y superficial de viajes, joyas y todo lo que le apetecía, bastó para adoptar su inmortalidad a la perfección.
Lo único que maldijo fue el color de ojos rojos que con el paso de la modernidad, podría arreglar con lentes de contacto que la hacían recuperar su hermoso violeta cuando de cuando aún era humana, para embaucar a los hombres con su mirada.
Así es como Heidi va en busca de humanos para “excursiones” por Volterra y alimento para los suyos, pues los turistas embelesados por su belleza, jamás sospecharían de una modelo que los guia y hechiza con su voz, los utilizará para alimento de ella misma.
Cayo comprendió que si era bella y ambiciosa, los hombres se matarían por ella, por eso sería perfecta para traerlos al castillo, y así servir de comida.
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